Tenemos memoria, eso es lo bueno de la inteligencia, la capacidad de sumar recuerdos al presente, de eso se compone la historia, la del conjunto de todos como especie y la personal de cada uno.
Dicen que con el tiempo tendemos a ser selectivos, que los recuerdos buenos prevalecen sobre los malos y eso es lo que nos permite seguir adelante, avanzar hacia lo que desconocemos del resto de nuestras vidas.
Pero la memoria tiene un error fatal, adiciona finales, y nunca los termina de olvidar, llevamos en nosotros ese cúmulo de situaciones en nosotros sin puntos finales.
Es como una manía que tenemos de coleccionarlos, por eso los amores que vivimos siempre quedan en nosotros y muchas veces nos asaltan en el medio de un noche, con un café y un cigarro, otras a traición en medio de
cualquier momento y ahí se justifica a la melancolía.
Vamos archivando, siempre recordamos los nombres, los rostros y los cuerpos de las personas alguna vez amamos y sentimos nostalgias.
Pensamos que el ultimo amor es el mejor, lo hacemos para protegernos y cuidar el presente, pero no ponemos el punto final a los otros, tememos perder los momentos vividos si fuimos felices y de no saber evitar la reiteración de los malos si los hubo.
Somos un archivo de amores vividos, hayan sido benévolos o tóxicos, los conservamos sin terminarlos nunca.
Queremos olvidar que nacimos solos y no podemos.
Ruben Mangiagli.
© 2014
No Comments
Lo residual del amor.
.