Juguemos, 
puede que por un rato seas Alicia
 y te caes
 y entre espejos y conejos seguimos
 con el juego.
 
 O quizá 
 una princesa que siempre espera
 a un hombre
 para que jamas la rescate de 
 ningún sueño.
 
 Y a mi
 me toca ser Pinocho, que le crece
 su medio y
 cuando te ve desnuda  se convierte
 en un entero.
 
 Lo mejor
 es que estemos en el mismo cuento,
 vos Caperucita
 y yo el lobo que te come antes de
 tener sexo.
 
 Había una
 vez dos seres que se amaban tanto
 que jamas
 ningún relato podrá contar toda
 la fantasía
 
 que ellos
 consumaban cuando las piernas se
 enredaban y
 entre besos y orgasmos los cuentos
 reencontraban.
 
 
 Ruben Mangiagli.
© 2012
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Cómo un cuento.
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