Me pesan lo años que pasan
sin avanzar,
tiempo que se escapa quedando
en el mismo lugar.
Mi cuerpo me pide piedad
cansado de abrazar lo que no
quiere tocar,
y se revela rodeando el aire
como si
haciéndolo sentiría que deja
de extrañar.
A veces mi risa me raja a la
mitad en el filo de la
desganada felicidad.
Mis huesos ya no cuentan
en edad,
la miden en el tiempo de la
soledad.
Me ahueco para no encoger
y me estiro simulando
crecer.
Y mis manos escriben vez
tras vez, en forma ya muy
lenta que todo lo que fue
no va volver.
Cuando mis pasos te alejaron
de mi, el tiempo inexorable
comenzó a correr.
Ruben Mangiagli.
© 2012
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Tiempo.
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