Encontré algo parecido a la pasión en el
relato de un libro que me atrapó,
en las manos que pintaron un cuadro y
se hicieron dueñas de la creación.
Me contaron que la muerte de Dios
también fue una pasión y no pude encontrar
ninguna razón para una muerte por más
promesas que haya de resurrección.
La adivine también en otros cuerpos
que me amaron, que se fundieron en mi
piel y que algunas sin explicármelo
me dijeron que eso se llamaba amor.
También la bastardee yo, robando el
placer de la consumación, diciendo algo
susurrando a un oído y después no sé
porque ya no me importó.
Me disfrace de su esencia en los escritos
que reflejaron momentos en que me
creía que era un escritor, y lo repetí mil
veces a firmando era mi vocación.
Y sin esperarlo un día experimenté ese
bendito momento de sentirla de tu tacto,
en tu mirada, caricias desde el alma
que se hacían abrazos, en la entrega sin
pedir excusas ni perdón, lleva tu nombre,
tu olor, y el éxtasis justificó a la muerte
y la resurrección por amor, crucificando
así mi tan ansiado dolor.
Ruben Mangiagli.
se hicieron dueñas de la creación.
Me contaron que la muerte de Dios
también fue una pasión y no pude encontrar
ninguna razón para una muerte por más
promesas que haya de resurrección.
La adivine también en otros cuerpos
que me amaron, que se fundieron en mi
piel y que algunas sin explicármelo
me dijeron que eso se llamaba amor.
También la bastardee yo, robando el
placer de la consumación, diciendo algo
susurrando a un oído y después no sé
porque ya no me importó.
Me disfrace de su esencia en los escritos
que reflejaron momentos en que me
creía que era un escritor, y lo repetí mil
veces a firmando era mi vocación.
Y sin esperarlo un día experimenté ese
bendito momento de sentirla de tu tacto,
en tu mirada, caricias desde el alma
que se hacían abrazos, en la entrega sin
pedir excusas ni perdón, lleva tu nombre,
tu olor, y el éxtasis justificó a la muerte
y la resurrección por amor, crucificando
así mi tan ansiado dolor.
Ruben Mangiagli.
© 2012