Absurda perdida.


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No puedo entenderlo, no quiero aceptarlo, no puedo evitarlo.
Te lleve el té con azúcar a la cama, estabas enredada aun
entre las sabanas, tu sonrisa diáfana como la mañana.

Tus fotografías me hablan por toda la sala me repiten las
mismas palabras instantáneas que quedaron en el aire de los
momentos que vivimos, de las historias reflejadas.

El contestador aun pronuncia tu mensaje, que con voz alegre
contaba que no estábamos en casa, y al final tú decías entre
risas, deja tu recado, si tienes suerte devolvemos la llamada.

La ropa sucia amontonada, con el olor de la noche pasada en
juegos de brazos enredados y de palabras nada santas , donde
te decía que ya no sabia desde cuantos años te amaba.

Me habías prometido estar siempre, que estarías cuando yo
llegara a casa, y me contarías lo que hicieron los niños en
mi ausencia para que yo no me perdiera nada.

Sé que no fue tu culpa, que querías cumplir tu palabra dada,
que creías en la idea del amor eterno, de las almas encontradas
por casualidad en una noche de amor descarada.

Solo una llamada, pocos palabras, lamentamos decirle que su
esposa ha tenido un accidente, correr como un loco para verte
y que un médico me diga que lo siente, no pudieron hacer nada.

Como le digo ahora a los niños, que su mamá que se disfrazaba
de hada para sus cumpleaños, ya no vendrá con la tarta, que el
sol se escapó con ella a las once y treinta de la mañana?

Como llegar a casa y que tu ausencia aplaste la vida como ya
nada importara, como regar las plantas que mimabas, como lavar
el carmín que aun quedo en el borde de tu taza?

Que se sequen los arboles, que se quemen los pastos, que los
lagos sean desierto, ya nada será como antes, ya no creo en
milagros, solo está este dolor que me parte en pedazos.


Ruben Mangiagli




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