Todo en ti tengo puesto, desde los
pies, mis manos, mis huesos, y desde ya mis besos.
En tus manos dejo mis versos, como ofrenda del
tiempo, de ausencias y ruegos.
Tus ojos son mi descanso, en su
oscuro color, abandono los días del largo invierno.
No quiero mucho a cambio, tampoco promesas de
de amor por siempre eterno.
Dame tus días empapados de sonrisas, y las noches
de sexo compartidas.
He bautizado de nuevo los sueños,
llevan tu falda, tu talle, y telas dibujadas por vientos.
Te doy mi pasado, guardalo, enterralo, escribe un
presente de cielos.
Y si hay infiernos, que podamos
salir de ellos, recordando las promesas de querernos.
Puede que haya lagrimas, en nosotros estará que no
sean de tristeza sino de contentos.
Fue mucha la espera de encontrarte,
de adivinarte entre tantos otros cuerpos extraños,
así que prometo no perderte por más
que haya celos, y esas dudas que te atrapan al vuelo.
Ya no quiero tocar otra piel, sabelo, te elijo a ti, a tu
alma, a tu mente y tu cuerpo.
Toma, en este acto sin duelos, me
entrego a ti, para cuidarte, ser tuyo, y también tu dueño.
Ruben Mangiagli
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Escritura privada.
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