Archive for mayo 2017

Lo que no te dije después que nos despedimos.


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Yo te deseo la locura, el valor, los anhelos, la impaciencia.

Te deseo la fortuna de los amores y el delirio de la soledad.

Te deseo el buen gusto por las visiones de los cometas, los cuentos de gatos, los poemas de girasoles, y por los hombres que se crucen en tu camino.

Te deseo que tu inteligencia y tu ingenio lleguen al infinito.

Te deseo una mirada curiosa, unas manos con memoria, una boca que sonría y maldiga con precisión divina, unas piernas que no envejezcan, un llanto que te devuelva la entereza.

Te deseo el sentido del tiempo que tienen las estrellas, el temple de los que esperan, la duda de los templos que escuchan las oraciones de los que todo han perdido.


Te deseo la fe de los buenos augurios en la voz de tus muertos, en la recurrencia de los sueños, en los libros que no hemos escrito, en las miradas de tus hijos, en los horóscopos, incluido el chino.

Te deseo la paz de las mujeres que olvidan su destino, que la buscan en la fuerza de los recuerdos y en el futuro como la promesa donde cabe todo lo que aún no te ha sucedido.

Y mi último deseo, es casi un pedido, por favor, que no olvides que he pasado por tu vida, de cuanto te he querido.



Latidos.


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Tengo el licor, las copas,
tu olvido
y los recuerdos,

todo mi amor encerrado
en un bar abierto,

y un corazón

apretado, perdido,

casi muerto,

pero que aun late
por los dos

entre todas mis palabras
que se han ido
contigo.

Ruben Mangiagli
©2017


Ese.


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No puedo callar al poeta mal hablado,
ese del licor y el tabaco,

al que no supo quererte pero siempre
intentó aprenderte,

ese te extraña cuando llueve por la
mañana

y si no llueve también.

El que se pierde entre los espacios de
las palabras que se le escapan

cuando se las dice a otra porque no te
tiene y sos ausencia y todo
lo demás,

ese que es tuyo aunque no lo quieras,
y te espera hasta el mismo
abismo de la locura

del tiempo que se va y no espera.

El mismo que muere por un beso tuyo,

solo uno,

para escribir el ultimo poema de amor
sobre tus labios,

sin letras, sin adverbios, solo con la
boca muda de abecedarios.

Ruben Mangiagli
©2017

La puerta


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A veces ignoramos que al otro lado de una puerta, sólo a unos cuantos pasos de la sala de estar, hay un mundo distinto que nos parece ajeno. Un mundo poblado por seres diferentes, que se buscan los unos a los otros, que se emparejaban, que se agrupaban, que comparten la felicidad y la desdicha, las decepciones, los anhelos, las frustraciones, las expectativas cumplidas o no. 
La vida.
A veces todo es tan simple como abrir una puerta para atrevernos a sentir estamos vivos.



Nunca desistas de un sueño.


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Busca la fuerza para realizarlo,
por más todo te diga que no,
el mundo esté en tu contra,
Siempre es más fácil rendirse,
olvidar,
descansar y abandonar.
Si deseas algo, si amas a alguien,
si sigues buscando algo,
sigue, sigue y sigue

Sólo trata de ver las señales que te lleven a él.


La soledad.


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Existen personas que nacen aparentemente sanas pero que han sido marcadas con una enfermedad incurable que en una etapa de su vida desarrollarán. 
Y hagan lo que hagan, la padecerán de forma inexorable.
La mayoría de nosotros sufriremos enfermedades en algún momento , aunque de un modo leve, como un catarro del que nos recuperamos en unos días.
La diferencia es que en el caso de algunos hay una enfermedad, que desde el momento en que se manifiesta, durará el resto de nuestras vida, que aunque pocos puedan verla , no tiene cura alguna:

La soledad.

Recuerdos.


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Los recuerdos son muertos a los que nos encadenamos con la esperanza de que no nos abandonen nunca, porque en el fondo deseamos creer que nos harán compañía. Y tenemos tanto miedo al olvido que no nos damos cuenta de que, vayamos donde vayamos, deberemos cargar con ellos porque ya no tienen vida. Sé que es jodido de aceptar, pero hay duelos de memorias duraran toda la vida.


206.


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Por ahí la libertad solo sea eso, poder elegir de lo que quieres ser preso.

204.


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Nada hay tan oportuno como arrepentirse del arrepentimiento.

203.


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No dejes que caiga en el olvido que, por un momento fugaz, hubo un reino resplandeciente llamado Camelot.

202.


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No jode la vida 
ni joden los recuerdos. 
Joden las personas.


Curiosidad.


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Es curioso. 
A veces 
uno no puede querer más a alguien 
precisamente por haberlo querido tanto.


201.


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La verdadera valentía consiste en lo siguiente: subraya el error y sigue escribiendo.


En mí.


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Tengo este rayo de luz en mi estomago, agrio, seco, que ilumina este vacío en mí . Puedo ver paredes, muros, murallas que me cortan la respiración. Retumba un te quiero que no puedes oír. Sacude mis huesos hasta tener la sensación se quiebran, pero sigo extrañamente de pie, un latido al revés, una palabra atragantada que no escupe dolor se queda en mi boca. Se parece a tu nombre que casi no recuerdo de tanto pronunciarlo, y no llueve ni hay sol, solo siento esa luz y no tengo idea de cómo puedo estar tan perdido en mi interior.


Mariposas en los ojos.


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El aleteo de una mariposa en Vietnam puede causar un terremoto al otro lado del mundo. 
El casi imperceptible pestañeo de sus ojos era la causa del fin del desastre de los míos.


Solo la Luna.


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Nos habíamos pasado la vida gravitando como dos planetas solitarios, pero nada pudo evitar que nos encontráramos hasta que solo quedó de nosotros la Luna.

RM


Realidad.


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Caminando por el lado ciego,
clavado en un pared,
mientras la noche roba lo que ya no está 
sigo cayendo a través de ventanas sin cristal,


el suelo resbala de izquierda a derecha
y no puedo recoger los pedazos
de mi mismo y las manos
me buscan pero mi cuerpo
es el de un desconocido
que me resulta algo familiar,

mientras mis fantasmas me rodean y con
una reverencia me susurran,

bienvenido a donde te debes quedar,
la casa del mar frente al nunca jamás,

ya eres una marea de olvidos,
de recuerdos desordenos sin ningún lugar,
ese hombre sin nombre que nadie
quiere recordar.

Me quedo quieto, pero sigues siendo lo
único que no puedo olvidar.

Ruben Mangiagli.

Poema para un no.


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Sientes que todo se cayó,
no hay castillos de arena que no se los
lleve el mar,

de cristal no se quiebren,
de rocas no se desgasten,

qué más da si hay infierno o cielo si
todo está en ti y te habita,

nadie te puede ya juzgar.

El silencio es un acero que las miradas
no pueden pasar,

pero yo te veo igual.

Quizá estés demasiado cansada, y el
miedo te apriete hasta que
no de más,

demasiado hermosa, demasiado orgullo,

pero igual sientes que el tiempo
se va,

y los fantasmas del dolor te rodean y se
quedan a tomar el té

mientras mis manos no te pueden
abrazar,

aferrate, sostente,

no te alejes y que las lagrimas salten
aunque ya no quieras llorar.

Si puedo ayudarte a respirar todo mi
aire tendrás,

que las sombras con nombre propio
pierdan su identidad.

Déjame enseñarte la próxima señal, ya
no tienes que escapar,

si pudieras ver con mis ojos, escribir
hasta que tus manos
no sufran más,

tu corazón me volvería a amar,

déjalo, no tienes que pensar,

y que las visiones de nuestro pasado
se esfumen en espejos no las
puedan reflejar,

quiérete, quiéreme,

porque la vida es muy corta para que
no nos volvamos a encontrar.

Ruben Mangiagli
©2017

200.


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La puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta.

199.


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Apostar por la esperanza ante la incertidumbre.

198.


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La confusión es siempre un hecho positivo. Porque de la confusión algo nuevo está destinado a nacer. Del orden nunca nace nada nuevo.


El miedo.


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Si tienes miedo de fracasar,es mejor que empieces, fracases si no hay más remedio, te vuelvas a levantar y vuelvas a empezar.
¿Y si fracasas de nuevo? Vuelve a empezar otra vez,
No es el fracaso lo que nos paraliza y nos mantiene estancados sino la renuncia a volver a empezar.
¿Qué más da que tengas miedo?
Si tienes miedo de que algo se te eche encima y te pegue un puñetazo, por lo que más quieras, afróntalo de una vez.
Deja que tu temor se te eche encima y te pegue.
De esta manera lo enfrentaras y podrás seguir adelante.
Lo vencerás.
El temor se te pasará.
En todo caso, es mejor afrontarlo directamente, sentirlo y vencerlo que seguir utilizándolo como excusa.

197.


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Es increíble cómo el final de las cosas se parece siempre al inicio.

Irreconocible.


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Quien dice que la vida sigue es un idiota. No, la vida se para. El tiempo sigue su curso, pero la vida se para un montón de veces dentro de uno y se convierte en algo irreconocible. La parte más difícil es cuando te toca estar parado y esperar.

Cuando llueve en mi habitación.


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Quizá llega un momento en que todo se resquebraja y luego, poco a poco, se rompe y suceden cosas extrañas como la lluvia dentro de mi habitación o la aparición de un objeto que creía perdido y que retorna pero diferente.
Y, al final, también vos te convertiste en algo distinto, aunque de algún modo más exacto.
Ya no sos el pensamiento constante que duele, sino un hecho inesperado que me sorprende y libera, el de saber que una vez en la vida fui inmensamente feliz.


Al final.


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Al final es como si todos vamos en aviones , la vida es riesgo y caídas, nos da miedo cambiar o saltar del avión, preferimos pensar que podemos escapar a intentar algo porque si fallamos puede que no nos quede nada , así que desechamos una posibilidad real para poder aferrarnos a una esperanza, lo malo es que casi siempre la esperanza esa es una mariconada para evitar enfrentar el momento en que estamos.

Nudos y almas.


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No desates el nudo que me une a tu alma, ni borres las letras en la memoria de mis poemas, porque si quitas todas las huellas mis manos huérfanas se quedarán estancadas en tu nombre y no puedo escribir si me sueltas.


196.


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En el mundo yo sólo soy una persona más; pero anhelaba ser el mundo para una persona.


195.


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Si no se cambian los retratos de sitio, uno deja de verlos.

194.


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El tiempo. Ese es el verdadero demonio: nos atiza con el látigo para que sigamos moviéndonos cuando nos gustaría no hacer nada. Disfrutamos de una ilusión de continuidad que llamamos memoria, lo que quizás explique por qué nuestro peor miedo no es el fin de la vida, sino el fin de los recuerdos.


193.


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Llega un momento en que tenemos que olvidar quienes somos para ser solo quien nos habita.

Donde?


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Donde están los instantes de cada
día que me faltan?

Puede que en el vuelo de tu falda,
en los versos que se pierden
entre tantos desvelos
que acompañan mis
madrugadas,

quizá, si todavía me piensas puede
se marchen con vos
y alguno se haga una palabra
en un suspiro se escape
de tu alma,

o solo se conviertan en vacíos solos,
esos que no se llenan con
nada,

Donde están los instantes de cada
día que me faltan?

Por favor, si lo sabes, dímelo,

porque no entiendo si no están
cómo

las mañanas son eternas y mis noches
aún mas largas.

Ruben Mangiagli
©2017


Mediterráneo.


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El mar sigue tragando gritos
en silencio,
y el viento se hace niebla que
se será tinieblas,

tan inexorablemente como el
horizonte que jamas llegará a la tierra,

en el bao quedan flotando las
almas, los sueños,
la identidad sin visa ni documentos,

el futuro solo es un manto cual mortaja
que ya nadie reclama,

en el agua se hunden los seres que solo
conocen la desgracia,

sin orden ni argumento,
sin distinción de razas,

hombres fuertes, mujeres fértiles y los
niños huérfanos de suerte,

algunos llegarán a la playa y se harán
retratos de un horror
que se olvidarán mañana.


Ruben Mangiagli
©2017







Visiones.


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He visto los ángeles caer del cielo
sin tocar el suelo
queriendo llegar al infierno,

a los mejores escritores sucumbir
a la tentación del halago
como si la eternidad de sus
propias palabras no les alcanzara,

las calles con vagabundos ricos y
perdidos sin tener donde ir,

a los que no tenían que pedir perdón
hacerlo,
y los aborrecibles festejarlo

mientras los censores cortaban
párrafos para no ofender a
Dios,

caminar a los ignorantes como si el
desconocimiento del dolor tuviera
buen sabor,

y me he visto a mi mismo en un poema
de amor aborrecido sin razón.

A veces creo que he mirado todo lo que
hay a mi alrededor,

pero no, sigo buscando en los rincones de
las esquinas de la noche,

en libros aun no escritos, en el tiempo
que se consume con una
copa de licor,

a esa mujer que calme la locura de
de mi corazón

viejo, roto, partido en dos, con solo una

mirada de verde tierra que borre el
pasado que me atrapa

en esta melancolía de desconciertos de
cuerpos me abrazan sin amor.

Ruben Mangiagli
©2017