Archive for junio 2019

A veces.


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A veces alguien te impregna,
los cabellos,
la piel,
el alma,
a veces perdura,
un instante,
un rato,
una vida,
a veces alguien se queda en ti,
y lo hueles,
en tu ropa,
una ciudad,
una eternidad,
a veces y solo a veces,
no lo puedes
olvidar.

¿Todavía me recuerdas ?

Ruben Mangiagli.

284


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Me da igual el lugar del mundo en que te encuentres: allí es donde quiero estar.


Despierta.


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Dormida 
en una cama de madera
y sabanas de seda

eras el cuadro de un incendio
donde se quemaban
mis sueños,

se consumían mis deseos
entre las puntas
de mis dedos,

una espera de un nunca,
una mirada cerrara,

la generosidad de cada
rincón de la belleza,

un angulo de piernas que
se abrían a la caricia
descuidada

un beso sin labios, parte
de un amor

la paz de mis versos escritos
a tu vera.

Despierta eras el mismo fuego.

Ruben Mangiagli


Uno solo.


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Quisiera concebir un pensamiento,
un solo y único
pensamiento,
para que hiciese pedazos el universo
y dejáramos
de existir,

para no pensarte,
para no extrañarte
tanto

y todo pueda comenzar de nuevo
sin nosotros,

Ruben Mangiagli.


Estoy cansado.


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Cansado de los que dicen, Yo estudié, tengo una carrera, por eso me fue bien.
De los que dicen Yo Trabajo, y más que todos.
De los padres que le dicen a sus hijos que porque vivieron más ya lo saben todo y siguen y siguen dando consejos como si sus hijos no tuvieran el derecho de equivocarse, aprender, tener su propia vida. 
De los que quieren hablar de amor y siguen casados por costumbre, por no tener los huevos de afrontar otra vida, por la familia, el que dirán.
De los negativos, esos chupa almas que viven diciendo que todo es una mierda y quieren compartir esa mierda con vos.
De los políticos de todas partes y colores.
De los religiosos que dicen , ten Fe Dios siempre ayuda, el mismo Dios que un día se calentó y extermino a toda la humanidad con el Diluvio Universal y terminamos siendo todos parientes descendientes de Noé.
De los gurues, profetas y filósofos de goma.

Porque,

Si tuvieron la posibilidad de estudiar, o la suerte, solo tienen una profesión, como el albañil, el carpintero. Y les puede ir bien o mal, es cierto que tendrán más posibilidades, pero también lo es que la Universidad no les enseñó a aprovecharlas.
Porque cualquier trabajo es digno, porque se trabaja para vivir y no se vive para trabajar. Porque lamentablemente la mitad de la humanidad no tiene un trabajo digno y esa es la verdadera putada.
Porque ser Padre es también aprender siempre de los hijos.
Porque se puede aprender a estar solo a cualquier edad, porque estamos vivos, y si nos volvemos a enamorar puede ser de la misma persona todos los días o de otra, y no pasa nada, nadie es dueño de nadie, ningún papel vale más que los sentimientos.
Porque cada uno lleva su carga, y tiene que elegir a quien ayuda con la suya, eso se llama amistad.
Porque los políticos jamás arreglan los problemas de la sociedad.
Porque la Fe es una opción personal, y si Dios existe o no es decisión de cada uno.
Porque ningún libro te va a enseñar a vivir.

Si sos médico sabrás curar, pero puede que nunca entiendas porqué el roble se mantiene en pie a pesar de los vientos de Levante y Poniente, eres padre o madre porque creaste vida y amas eso, pero esa otra vida ( tus hijos ) son libres.

Es mejor regalar una sonrisa a contar una pálida.

Todos los días va a salir el sol, siempre algún día lloverá,
es mejor estar vivo a morir en vida, amar, sentir.

Porque siempre te van a pasar cosas buenas y malas.

Todo lo que haces, si aprendes a amarlo, está bien y te pertenece.

Tenemos derecho a ser felices, lo demás poco importa.

RM



El miedo a mi mismo.


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De pequeño creía en monstruos,
de eso habitan debajo de las camas,
los de laboratorios
que vivían sin almas,

en los relatos urbanos
que hablaban de lobizones,
de luces malas,

pueden hayan desaparecido,
que se fueron extinguiendo
a medida que las ciudades avanzan,

o que hayan mutado y ahora
usen otras formas, diferentes caras,

tan distintas que siempre se parecen
a la mía cuando me
levanto por las mañanas,

pero lo más plausible es que nunca
hayan existido,

y que el monstruo sea yo que por
años estuvo dormido
esperando a la luna abandonada.

Ruben Mangiagli.



286.


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Me quedé con el disco en la mano y pensé que los vinilos eran como los cuadernos, se acaban. 
Eso está bien.
Me refiero a que las cosas se acaben. Porque es mejor saber a qué atenerse.



¿Qué pasó con el libre albedrío?


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Ensayo 1

Supongamos que en realidad hubo un Creador o creadores ( Dioses ) cuya obra cúspide fuimos nosotros, la humanidad, hombres y mujeres que podíamos elegir el destino propio e influir en el de otros.
Nos dejaron crecer y crear y en cierta manera nos guiaron.
Pasamos de cazar y recolectar a la cumbre del pensamiento Griego y del Imperio Romano.
Pero se retiraron para ver lo que hacíamos solos.
Y llegó el Oscurantismo durante cinco siglos.
Hasta que finalmente decidieron volver a intervenir
Nos dieron otra oportunidad, pensaron que tal vez debíamos esforzarnos más, enseñándonos a usar la bicicleta antes de quitar las rueditas.
Así que llegó el Renacimiento, la Ilustración, la revolución científica.
Durante 600 años, aprendimos a controlar los impulsos con la razón
En 1910, se retiraron de nuevo
En 100 años, provocamos la Primera Guerra Mundial, la Depresión, el fascismo, la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto... Y finalmente, llevamos al planeta al borde de la destrucción con la Crisis de los Misiles y el ataque de las Torres Gemelas que llevó al mundo a nuevos conflictos hasta la actualidad, donde además estamos destruyendo sistemáticamente el eco sistema del Planeta.
En este momento quizá deberían volver a intervenir de nuevo, antes de que hicieramos algo que ni ellos pudieran arreglar.
No tener libre albedrío, solo parecer que lo tenemos como humanidad
Tomar todos los días decisiones. qué pasta dental usar o qué pedir en el almuerzo y poco más. Porque la humanidad no tiene la madurez para controlar las cosas importantes.

Ensayo 2

Supongamos que somos la obra cumbre de la evolución, que el planeta es nuestro, porque somos los seres superiores que lo dominamos.
Que durante miles de años y después siglo tras siglos fuimos escribiendo nuestra historia en círculos uno por uno, uno tras otro, como anillos en los troncos de los árboles, con aciertos, con errores, hasta casi hacernos dueños de todos los tiempos.
Pero este último círculo que estamos viviendo parece ser el último, que el árbol finalmente morirá y no estamos haciendo nada para evitarlo. El libre albedrío existe, y parece ya elegimos
porque el tiempo que nosotros mismos creamos se está agotando.

Ojalá pudiéramos evitarlo.



Responsabilidad.


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Muchas veces sentí el temor natural a que me quieran, porque al final terminas siendo responsable de ese amor, que no es tuyo, es el sentimiento de otra persona que espera también la quieras, más, igual, menos, pero que la quieras.

RM 


266.


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No debemos olvidar que lo que el espejo nos ofrece no es otra cosa que la imagen más fiel y al mismo tiempo más extraña de nuestra propia realidad, el paso de los años que vivimos.

RM


285


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Encajas,
sí,
pero también golpeas; sino, qué.
Y en golpear, y en equivocarte, y ser irresponsable, y hasta en probar las cosas por ti mismo a pesar de que te han dicho que otros lo han probado y no vale la pena.
En todo eso, supongo, se va la mitad de la vida.
Porque no somos árboles, nos movemos, tenemos que hacer cosas.
Jugarnos, perder, ganar, fracasar, levantarnos.



El vértigo de los suspiros.


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Mi vida tiene más que una vida,
un doble fondo,
dos comienzos, mil finales,
más allá de un destino
es una certera incertidumbre
sin puntos cardinales.

Vivo descubriendo otras formas,
otras miradas
que narran mis días,

de acuerdo con una sintaxis distinta
con otro vocabulario
y otra gramática,

con besos y despedidas
duelos y
entierros

de verbos que nunca me dan sosiego,
un vértigo
de suspiros que me congelan
como una lluvia
de invierno.

Todo traducible y transformable,
sin contornos definitivos,

porque puedo intercalar vocablos entre
otros para formar

un poema distinto,

donde soy feliz un día,
donde por fin ya no te espero.

Ruben Mangiagli.



Manos en silencio.


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Mi voz dirá tu nombre.
una noche cualquiera,
en mitad de un minuto, en mitad un de siglo,
e iniciales
que te identifican
caerán como estrellas fugaces
sobre mi pecho
y por un instantes
te volveré a tener, me lo gané,
es mi opción, mi privilegio,
por haberte querido tanto,
por no haberte amado como me amaste y
por hacer de este amor
un olvido de los besos
que alguna vez nos prometimos
entre los silencios
de las manos mientras escribíamos.

Ruben Mangiagli.



288


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Femenino y masculino.
Hombre y mujer.
Respeto.
Todo lo demás son extremos.


RM



287


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Cuarenta años escribiendo no son jamás heroicos ni literarios, porque los escritores narramos carencias, necesidades, felicidad y deseos. Por eso escribimos, por la sobra de algo, por la falta de todo. Nunca estamos completos.

En contra


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En contra la fisiología,
la necesidad de tus manos y tu sonrisa.

Contra esta humana dependencia de ser abrazado,
tocado,
lamido con minúscula delicadeza por tu lengua exacta.

Contra tus besos, tu olvido impregnado de presencia.

Contra mi amor.

Hoy dejo las sensaciones y sentimientos archivados,

para que otra
mujer me arme, tenga la posibilidad de amarme y

desarmarme de vocablos, de poemas y de tantas,
tantas palabras viejas

que uso como escudos cuando me mata despacio
la certeza de tu ausencia.

Ruben Mangiagli.


265.


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Lo que sí entiendo es que el lenguaje es una convención:

las palabras son sólo para el uso que yo les asigne, instrumentos que empleo según las necesite
El lenguaje, las palabras, a fin de cuentas, son un disfraz. Y todo lo que uno dice o viste es, finalmente, literatura.



Arranca corazón.


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Ella, literalmente
me arrancó el corazón,
no tuve ninguna posibilidad,
y tampoco perdón,
fueron cuatro certeros cortes,
con rabia,
bronca,
rencor
y dolor,
la empujaba
el amor dijo,
y cuando lo tuvo
latiendo en sus pequeñas manos
me pregunto:
¿ Puedes sentir algo ahora?
y ella misma
se respondió,
seguro que no,
y mirándome a los ojos
fijamente agregó,
pues bien, ahora ya sabes
cómo me sentí yo
con tu último adios
puto cabrón.

Ruben Mangiagli



264.


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Siempre damos los besos como jóvenes sin que nos importe el paso de los años por nuestros labios.

RM



El silencio de los nombres.


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Escondo los margenes y las sangrías,
con silencios que no hablan de mí.

Entre palabras queda el

espacio del aire que respiro, suspiros,
pausas a veces llenas de hastío
y otras de esperas

que se hacen puntos suspensivos de
caminos infinitos
que no llevan a ningún sitio.

Si quieres puedes llamarlo ausencia,
o de otra manera con
sinónimos inventados en idiomas y
dialectos que nunca fueron
definitivos,

aunque lo correcto y sin dudas al
respecto, llevan tu nombre
que aunque no lo escriba con tintas
y recuerdos

sabes aún leerlo cuando recuerdas
pronunciarlo junto al mio.

Ruben Mangiagli.



Compromiso.


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Yo me comprometo a vivir
con intensidad y todas mis fuerzas,
si me caigo,
a la levantarme, no sin antes mirar un instante el cielo,
a no dejarme vencer por los abismos del amor,
ni por el miedo
ni por el olvido,
ni siquiera por el tormento de mi corazón que late por quien no
debería y menos por la contrariada pasión por si misma.

Me comprometo a recordar,
a reconocer mis errores,
a seguir con mis arrebatos, aunque me arrepienta después.

Me comprometo a perdonar los abandonos,
a no desdeñar nada de todo lo que me conmueva,
me deslumbre,
me quebrante,
me alegre.

Larga vida me prometo o a intentarlo al menos.
paciencia,
historias largas.
Y nada abreviaré que deba sucederme:
ni la pena
ni el éxtasis
para que cuando sea viejo tenga como deleite la detallada historia de mis días.


RM


Cuatro páginas.


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Tengo mi libertad
de pensamiento y omisión
como pasión,
mi valentía en lo imposible
como un vicio
de virtud,
las manos cansadas
de caricias y palabras que
culpan mi dolor,
un poema inconcluso
clavado en medio de mi corazón,
un alma alquilada
sin Dios,
y el recuerdo de tu mirada como
prueba de que
existe el amor, es poco lo sé,
pero es todo lo
que tengo, que es mío,
solo es lo que
me quedó de los dos,
algo así como
cuatro páginas que escribimos
de las cientos
que creíamos hablaban
de amor.

Ruben Mangiagli.



Disturbia.


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Por la derecha y la izquierda
caminan junto a mí
desviados y pervertidos.

Por delante y por detrás
acompañan
las santas que no me besarán,

es un extraño cortejo mental
rodeado de
toda la realidad.

Los miedos se suman
en espirales
que suben y bajan como si

se pudieran perder todos los
recuerdos al bajar por
un tobogán

mientras algunas manos, por
cierto muy pocas, me
intentan parar,

me abrazo a una mirada de
ojos rojos
cansados de llorar

por las victorias de los lobos
de los cuentos que
nadie quiere narrar

y caigo hacia algún lugar al
que ninguno puede llegar.

Mil voces gritan en silencio
una bienvenida
pero solo una se atreve
a hablar,

“te han querido, te han amado,
pero has preferido
ser el olvido preferido de las
que no te pudieron olvidar”

Ahora ya no puedo escribir, me
toca callar,

y entiendo todo con una revelación
que me parte como si
un rayo de ejércitos

que no sirve para nada más
me abriera por
la mitad.

La soledad tiene infinitas caras
pero ninguna se parece
a la tuya

y ese es el precio me toca pagar.

Ruben Mangiagli.





282.


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En la palabra habitan otros ruidos, y en los silencios miles de esperas quietas.

Carta a Sara.


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Te escribo ahora, mientras duermes, por si mañana ya no fuera yo el hombre que tanto te ha querido.

Porque el amor es un viaje que pocas veces cumple su destino, por si mi corazón muerto vuelve a latir por los besos de alguna otra mujer que aún no he conocido.
Por si mañana ya no soy capaz de entender esto que me ocurre, de ser cautivo de mis propios para siempre que presiento no se cumplirán en ningún camino.
Por si al despertar ya no puedo decirte cómo admiraba y valoraba tu entereza, ese empeño tuyo de esperarme en forma desesperada sin desesperar para estar a mi lado, tratando de hacerme feliz a pesar de todo y de todos.
Por si mañana ya no fuera consciente de lo que hacías, de lo que escribías, los poemas, relatos y cuentos que hablaban de lo que jamás seríamos.
Por si borro la infinidad de fotos nos hacíamos para morir al rato de amor y revivir a risas en esos momentos íntimos entre gatos, girasoles e hilos.
Darte las gracias por cuando te acercabas tanto que te sentía dentro mío enseñándome que el alma es eso, sentir que la persona que amas puede ser la razón de tus latidos, el sentido pleno por lo que estás vivo.
Por esas y por tantas cosas. Por si mañana no recuerdo tu nombre, o el mío, juntos al final de algún escrito.
Por si otro amor te roba mis letras y ya no pudiera recordarte en mis poemas.
Por si me puede tu olvido y el mío.
Por si mañana, Sara, no fuera capaz de decirte todo esto, gracias por haber sido la mujer que más he querido.
Ruben Mangiagli.