Archive for 2018

Y de repente me doy cuenta de qué es lo que quiero.


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Quiero una mujer que me revuelva,
quiero que mueva mis cosas,
quiero que me mire, me aparte y desarme.
Que saque todo afuera de las cajas donde escondo mi vida,
que camine y sonría,
que me cambie de lugar sin cambiarme,
y si quiere quedarse que se quede sin que se lo pida,
que se vea en el espejo sin miedos
para que yo no vea los míos
y si tiene que decir te quiero, que sea
hoy, ahora,
porque mañana, a veces,
es demasiado lejos.

Ruben Mangiagli.



Tormenta


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Ella llegó del país de los meteoros,
el de las tragedias
que te alcanzan cuando aún
ni siquiera llegaste
a la mitad de tu vida,

de las conmociones,
las catástrofes,
y de los estragos.

De los libros de las invenciones,
donde uno se inventa
a si mismo porque
necesita la fuerza que
no está
escrita para ningún destino y,

donde las agujas se caen desde
los relojes cuando
el tiempo no alcanza para
que los justo sea
justicia,

Pero yo la quiero en mis días,
en los rincones
que me quedan de vida,
en los ratos que ella
tenga

para quererla, para que me
quiera si lo desea,
y para estar cuando necesite
un abrazo con gusto
a luna nueva.

Ruben Mangiagli.



A veces!


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A veces, y casi todas, soy una historia en las mujeres
que quise que pocas se atreven a contar.

Otras, una memoria, un deseo perenne que ninguna
puede olvidar,

Y a veces soy como un barco cautivo a las amarras,
que el viento arranca milagrosamente del ancla hacia
la tempestad

de un nuevo amor, otra memoria, de otra soledad.

Ruben Mangiagli.


Sin adverbios.


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Sabes que te quiero,
con todos los verbos y la carencia
absoluta de adverbios.
No importa cuanto.
donde,
aquí, allá, cerca, lejos,
tampoco
de antes o después, todavía,
bien o mal,
si siempre o desde un jamás,
con mi acaso,
con tu quizás.
Te quiero desde el primer beso
en el medio de los demás,
y más aún en que te debo
cuando nos encontremos
de nuevo,
un poco lejos del ahora
un poco cerca de seguro llegará.

Ruben Mangiagli


254.


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Confía siempre en la magia de los nuevos comienzos.



Visiones.


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He visto los ángeles caer del cielo
sin tocar el suelo
queriendo llegar al infierno,

a los mejores escritores sucumbir
a la tentación del halago

como si la eternidad de sus
propias palabras no les alcanzara,

las calles con vagabundos ricos y
perdidos sin tener donde ir,

a los que no tenían que pedir perdón
hacerlo,
y los aborrecibles festejarlo

mientras los censores cortaban
párrafos para no ofender a
Dios,

caminar a los ignorantes como si el
desconocimiento del dolor tuviera
buen sabor,

y me he visto a mi mismo en un poema
de amor aborrecido sin razón.

A veces creo que he mirado todo lo que
hay a mi alrededor,

pero no, sigo buscando en los rincones de
las esquinas de la noche,

en libros aun no escritos, en el tiempo
que se consume con una
copa de licor,

a esa mujer que calme la locura de
de mi corazón

viejo, roto, partido en dos, con solo una

mirada de verde tierra que borre el
pasado que me atrapa

en esta melancolía de desconciertos de
cuerpos me abrazan sin amor.

Ruben Mangiagli


Vísperas.


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Camino por una calle cualquiera,
es vísperas de otra Navidad,

tiempo de amor ...

los crucificados pasan a mi lado
invisibles para los demás,

otros aún llevan su cruz , como
si fuera un ritual

de compras para poder mentir
y desear felicidad,

las luces iluminan la ciudad de
colores no son de verdad,

todos mirando su teléfono para
ver si hay saludos y

si su foto en Instagram alcanzó
por fin el millar,

Unos jóvenes pintan en un muro
“ lo mejor está por venir”

tiempo de paz...

mientras las noticias cuentan en
una televisión

que los que creen en un Dios han
vuelto a matar,

a mi lado una anciana lleva vacía
su bolsa de pan

otro día que no sabe si por la
noche cenará,

mientras el cartero lleva miles
de tarjetas que no llegaran,

Sigo caminando y a los lejos unos
niños cantan

Feliz Nochebuena, Feliz Navidad.


Ruben Mangiagli.


Un día.


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Hay un día para los amores que no fueron,
los imposibles que se hicieron sueños.

los perdidos entre lagrimas que solo se ven
en el corazón,

Un día para los olvidos de uno que no nunca
serán de dos,

para tomar otra mano y que nos vuelvan a
enseñar a caminar,

para probar el sabor de otros labios sin pensar
en lo que dirán,

Un día para decir basta, para despertar,

para mirar otros ojos que nos reflejen una
vez más.

Un día para volverse a enamorar,

marcado en un calendario personal que a veces
pensamos nunca llegará,

pero llega, nada ni nadie lo puede evitar.

Así que respira, sonríe, vuelve a soñar,
la vida son cuatro días nada más,

no pierdas uno en quien jamás te querrá,

en quien no tendrás,

en que te cambió y se perdió lo mejor de vos,

porque para amar hay que amarse,
aunque la soledad pese, intenta olvidar y
formar nuevos recuerdos,

esos que son buenos, pero buenos de verdad.



Ruben Mangiagli.


Poema abierto.


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He sentido mi pecho inútil,
el olvido de los olvidos
disueltos en el café

de los inviernos,

las letras adormecidas por
el dolor sin analgésico
de estrofas que
nunca fueron soneto.

He respirado sin costillas
con mi corazón expuesto
hecho añicos

por amores de otros tiempos,

hasta que una noche sin
esperarlo tus besos
devolvieron a su sitio

mis equívocos no resueltos

y sentí de nuevo las venas
de mi hombría,
que deshacían viejos deseos

mientras mis manos
aprendían

de memoria cada instante
de tu cuerpo.

Ruben Mangiagli.


Seguir.


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Todos estamos solos,
rotos,
pegamos parte de otros en nosotros,

y sonreímos,
sanos,
locos,

e insanos nos volvemos a enamorar,

pensado,
sintiendo,
proyectando,

caemos y nos levantamos, sin saberlo

empezamos,
construimos,
esperamos,

somos mil mundos en uno, universo

multiverso,
verso,
vemos,

todos estamos vivos mientras sin

querer o queriendo
morimos,

pero vale la pena el intento porque

vivir
es
sobrevivir,

y reescribir a fuerza de golpes eso
otros
llaman
destino

aunque no sepamos donde ya ir.

Ruben Mangiagli.





Gracias.


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Me cuesta darme cuenta
de las cosas son importantes,
esas que se quedan en tu cuerpo
y solo hablan de verdad,
Me es difícil agradecer porque
siempre creo que todo me lo gané,
y lo que fui perdiendo se
quedó en un camino no volverá.
Pero, doy las gracias por las
noches se hicieron mañanas entre
risas, copas y placeres que
no voy a narrar,
Por los amigos que puedo abrazar.
los que estás cerca y los que
en la distancia también su
alma puedo tocar,
esos que hoy son familia, que
siempre estarán,
los escogidos en la absoluta
reciprocidad.
Por mis hijos incondicionales,
que no me eligieron como padre
y que nunca me dejaron solo
ni yo a ellos jamás.
Gracias a las mujeres me
quisieron a pesar de mí, a sus
besos que callaron mis palabras
y calmaron mi ansiedad.
y a esos poco sueños austeros
que se me cumplieron e
hicieron de la fantasía mi
simple realidad.

Ruben Mangiagli.

Ángeles y demonios.


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Algún día mis ángeles y demonios
harán una tregua,
se mirarán compasivos y alguno
dirá:
"anda...ve"
y quizá pueda comenzar a amarte.


Ruben Mangiagli


Verguenza.


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Nos avergonzamos por sentir,
por sentir por quien no deberíamos sentir.
Por desear.
Por lo que hacemos en la intimidad, o solos.
Por desear más.
Por coger poco.
Por coger mucho.
De nuestro pasado.
De los fracasos.
De fotos intimas.
Por callar.
Por decir.
Por amar con el alma.
Por calentarnos.
Por mentir.
Por decir la verdad.
De los miedos.
De nuestra edad.
Por tener.
Por querer tener.
Por no tener.

Y así vamos, con verdades y omisiones,
silencios
de cuatro estaciones,
entre pajas y cervezas,

mientras se nos va la vida, y nada nos queda.

Ruben Mangiagli.



Amor, amor.


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Hagamos el amor, amor,
de uno en uno
poniendo todo,
sumando para restar el dolor,

Querernos sin esperar nada,
con el cuerpo en caricias inéditas,
con las almas en las manos
para que se puedan tocar,

y que los besos sean palabras
de poesías por acabar
que jamas terminaran.

Hagamos del amor el amor,
por una vez
con lo mejor,
sin promesas de después
con sonrisas que no sean de ayer,

que el compendio de los días
solo sea un momento
y un instante
un puñado de realidad

y que los huesos se fundan
hasta que que casi no podamos respirar,
olvidarnos de pensar
para sentir todo y un poco más,

hagamos el amor, amor
y que después él nos haga a nosotros
sin tantos miedos a que
nos podamos enamorar.

Ruben Mangiagli.



Érase una vez un niño.


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Vivía en un pueblo que ya no existe, en una casa que ya no existe, al borde de un campo que ya no existe, en el que todo se descubría y todo era posible.
Un palo podía ser una espada. Una piedra podía ser un brillante. Un árbol, un castillo.
Érase una vez un niño que vivía en una casa que estaba al borde de un campo y, al otro lado del campo, vivía una niña que ya no existe. Los dos se inventaban mil juegos. Ella era la reina y él era el rey. A ella le brillaba el pelo al sol de otoño, como una corona. Recogían el mundo a pequeños puñados. Cuando el cielo oscurecía, se despedían, y tenían hojas enredadas en el pelo.
Érase una vez un niño que amaba a una niña, y la risa de ella era como una pregunta que él quería pasar la vida contestando.



253.


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Tanta estrategia y me haces Jaque Mate.


Arder en frío.


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Arde una letra, luego otra,
hasta que la palabra se hace fuego, sin calor,
fuego griego que quema
en una alquimia difícil de entender,

como si la nieve fuera río
y el agua solo un destino de duros caminos
hundidos que ya nadie
recuerda entre barro de olvidos.

Arde el deseo, de sudores
fríos, de caricias en entredichos de frases
que se susurran a un oído
en algún idioma harto desconocido,

mientras las manos mancas
de sentidos rememoran un cuerpo perdido
que alguna vez hace tanto
hemos querido con descuidos.

Es el amor del no amor que
se se ejecuta como sentencia de un placer
no concebido, no consentido,
huérfano, lleno de instintos,

que son solo momentos de
extraviados en alguna madrugada sola que
tiene un nombre propio fugaz
en la síntesis de lo efímero.

Ruben Mangiagli.



Desde mi alma.


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Que mi alma te abrace
a vos, a los que necesites que llegue,
aunque no haya remedio para lo irremediable,
por más el dolor sea más fuerte que todo el dolor
de la injusticia que no tiene explicación,

y la debilidad que abruma a todas las fuerzas
tenga tanto poder como para no poder más,
y tus lagrimas se cuenten ya si cuentas
y la risa sea solo una sonrisa,
una mueca para no abandonar,
no parar, no parar
aunque no puedas ya,
yo te abrazo en la soledad de las preguntas
que no tendrán respuestas jamás,
te abrazo con todo lo que tengo
aunque no sirva,
no cure,
no consuele,
no cambie nada,
yo te abrazo para que puedas seguir un poco más.

Ruben Mangiagli.

Sin palabras.


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A veces pienso que gasto todas mis palabras en un día,
y el silencio me puede,
me domina,
cierra mi garganta,

Se quedan los vocablos encerrados, como si la dignidad
sea solo oscuridad,
domina,
hasta el punto que extrañar,

solo sea posible cuando mil imagenes imaginarias sin
sonido se encadenan
entre el nunca
y tan tan cercanas al jamás.

Ruben Mangiagli.



243


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A veces estoy en el límite entre la genialidad y la locura, en la frontera de lo trivial y vulgar, entre el bien y el mal, la mentira y la verdad. Son tan tenues las diferencias.


A quien corresponda.


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Vienes y vas,
vas y vienes,
como si bailaras un vals,
tan mujer, tan buen andar,
que mis letras se quedan atrás,
tan lejos de describir tu belleza
y tan cerca de ti,
que si lees bien,
y te vuelves a mirar
hasta podrías sentir te pueden acariciar.

Ruben Mangiagli.



Memorias:


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Recuerdo cuando tenia 11 o 12 años, vivía en Quilmes, a 4 cuadras de mi casa, en un garage, ensayaban un grupo de rock, Vox Dei, yo me quedaba embobado escuchándolos, así años después , no muchos, yo hacia de "plomo" ( los que cargábamos los equipos y armábamos los escenarios ) del grupo con mi amigo Carlitos para poder entrar a las "Confiterías Bailables"donde tocaban ellos, claro eramos re menores, pero así podíamos entrar gratis a lugares donde había chicas más grandes, y eramos Gardel, o sentíamos eso jaja. Ese fue el comienzo de una época, de ir a recitales al Luna Park, Sui Generis, Pescado rabioso con Spinetta y terminar algún día viendo a un pibe en Ducilo que se llama Andres Calamaro cuando era el batero de los Abuelos de la Nada.
Hoy me doy cuenta que fui y viví unas de las mejores épocas de creación del Rock Nacional Argentino, fui una parte infidécimal de su historia, que también es mi historia...

Foto: Vox Dei




De mi lo que quieras.


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Quiero llenar tu vida de agitación y de mí.
Quiero tu felicidad por debajo de mi corazón
y que se arraigue entre mis costillas

y tus tristezas en mis ojos
que ya tiene las mías de mil generaciones
de mi familia.

para que sonrías, una, dos, las veces que
puedas,

y no te pido nada, ya no se pedir las cosas,
así que toma las partes de mi
que quieras, o no.

Ruben Mangiagli



Cicatrices.


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Tengo marcas, 
surcos en la piel,
cicatrices de peleas, golpes
que se pueden ver,
que son recuerdos de malos momentos que se curaron
y no van a volver.

Tambien tengo
cargas, mochilas
invisibles sobre mi espalda,
que a veces me arrastran
a lugares a los que no puedo jamas intentar llegar
ni regresar..

Pero dentro tengo
heridas que no se ven
que apenas alguien alguna vez pudo adivinar sin
querer, son entre el corazón
y las costillas,

en mi labios,
las manos,
en los espacios entre palabras, silencios largos de
soledades que nadie,
lo sé, jamas
escribirá.

Todavía me dueles, no puedo negar a la verdad.

Ruben Mangiagli.



El beso.


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No nos veíamos de verdad
pero nos mirábamos todo el tiempo.
como si cada minuto tuviera nombre o una parte de nosotros,

No nos tocábamos de verdad
pero nos buscamos casi sin querer como si pudiéramos evitarlo.

Apenas nos dijimos nada, resumimos historias en una brevedad.

Sus ojos demasiado grandes en la piel de porcelana quemada, y esa manera de sonreír que superaba la visión de cientos de polaroids instantáneas.

Sus labios... sus labios que dejaban escapar palabras mientras yo quería atraparlos,

en un cataclismo disfrazado de beso
más poderoso que un ejército de rayos.

Fue un beso con muchos años.
Impacto de luz de luna, mientras casi todos nos miraban al pasar.

Un beso, el beso, todos los besos juntos en un beso que no quería terminar.

El mejor beso de todos, ese que sabes no vas a olvidar mientras

la vida sea vida y nada importe ya, solo ese momento,
mientras la tierra giraba para el mundo vulgar,

menos para dos amantes que lograron escribir en un instante
lo que es un amor para ahora, para siempre, para jamás.

Ruben Mangiagli.


Sin querer, querernos.


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Quererte sin quererte,
sin formas.
sin nombres,
sin promesas,
con una espera, o dos,
y me quieras sin quererme,
porque sí y porque no,
y si es posible hoy,
porque la vida es una,
nosotros dos,
y uno más uno, es querida mía
la fórmula más
simple para el amor.

Ruben Mangiagli





Besos.


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Que será de algunas bocas que he besado,
puede que esos labios ya me hayan olvidado,

de las palabras que un día pronunciaron,
de los silencios que callaron,

puede las frases que se tragaron hayan
muerto en la digestión del pasado,

que el sabor de mis labios con gusto a
nostalgias, licor y tabaco

no haya perdurado,

Otras en cambio cada tanto vuelven, me
buscan como si el tiempo no hubiera pasado,

y algunas que todavía no he rozado
me siguen deseando,

esperan mi aliento, mis palabras, mis versos

como si supieran que cuando beso
dejo parte de mi vida en ello,

la impronta de un hombre que siempre
sigue siendo hombre

aún en lo bueno, siempre en lo adverso,

que sin embargo aún espera esos labios,
esa boca de fuego

que queme todos mis recuerdos

para poder escribir de amor como algo nuevo,
desde la sangría

de una página en blanco hasta el final
de un poema que ya no cuente solo mis sueños.



Ruben Mangiagli



El corrimiento de mi corazón.


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Ella me movió el corazón
hasta colocarlo en un ángulo distinto
diría que un milímetro.
incluso menos
como cuando se siente un beso
pero no es lo mismo,

esta vez no es por un instante
es definitivo,
ahora late diferente,
se adueñó de él

a través de los años,
en medio de nuestras tormentas
y por cierto fueron tantas
que el cielo ya no lleva las cuentas,

lo hizo desde cerca, desde lejos,
por derechas y por izquierdas,
durante lunas llenas
y noches desiertas
de estrellas,

desde el silencio y mi descuido
que tantas veces la lastimó
sin querer a pesar que yo
la quería tanto que
no me daba cuenta ,

fueron presencias y ausencias,
pero perseveró hasta
lograrlo,

no sé si ahora que todo está
tan claro nos servirá
de algo,

y aún tendremos tiempo o solo
un momento.

Ella movió mi corazón puede
que con sangre de amor
o quizá no,

pero ya está hecho, no hay
vuelta atrás,

la quiero y punto,
desde siempre, desde ahora,
la verdad que más da,

lo movió casi un milímetro
para su lado
y ahí se quedará latiendo
intermitencias

con su nombre en mis labios
cubiertos de esperas.

Ruben Mangiagli.



240.


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La fantasía es la esencia de toda escritura para niños, como creo que lo es para la escritura de cualquier tipo de libro, para cualquier acto creativo, y tal vez también, para el acto de vivir.
Aunque de adultos la imaginación cambie.



Que putada la lluvia.


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Que putada que llueva
y extrañarte,
que cada canción me hable de vos,
pero ninguna con tu voz,

quererte a pesar de quererte
hasta que no haya olvidos,

que estés tan en mi
y yo tan lejos que aunque estire
mil veces mis manos
no pueda darte un abrazo,

que putada la distancia,
las dudas,

que pienses que soy como los demás.
y que mientras llueve
escuchar un tango y
sin querer cambiar la letra,

"Acaricia mi ensueño
El suave murmullo
de tu suspirar.
como ríe la vida
si tus ojos "azules"
me quieren mirar"

El día que me quieras...

Que putada que llueva tanto y
justo hoy vos no estás.

Ruben Mangiagli.

Acacias.


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Qué será de la acacia
que creció junto a
los sueños que al final no son,

de los jazmines, su aroma y su color
que se quedarán sin nombres
y sin sol

cuando el candado de los sentimientos
sea tan fuerte que
ya no lo podamos abrir

Tendremos que desenterrar sus raíces
con las manos desnudas
mientras las lagrimas

pausadamente mojen la tierra de un
amor sucio de dolor
en un camino que nunca recorrimos
los dos,

separados,

por mil pasos de distancias, a mil
latidos que se quedaron
enarbolando una bandera

blanca de rendiciones de esperas que
no pelearon nada,

como si pudiéramos morir en la paz
de la razón,
de los motivos,
de una justificación

de un te quiero, pero no.

Ruben Mangiagli.



Azul.


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Toda imagen es una canción,
todo libro es una historia que involucra al lector,
toda fotografía es memoria,
toda la poesía es de un color,
más precisamente azul,
el de tu ojos

de cielo, de mar,
donde tantas veces naufrago
en las esperas del nunca jamás.

Ruben Mangiagli

Si mis ojos...


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Si tus ojos me vieran de nuevo,
yo cerraría los míos,
para que no me delaten,

Si mis manos tocaran de nuevo
tu cintura recordarían
el tacto de un deseo

y respiraría tu aliento para que
se quedé en mí,
bien dentro , cerca

de mi corazón que late entre
tinieblas de
recuerdos hoy tan

confusos de años de caricias
que nunca fueron
pero se quisieron tanto

que se hicieron palabras que
jamas pudo
llevarse el viento,

Si tus ojos me vieran de nuevo
los míos aún cerrados dirían
amor mio que

todavía te quiero.

Ruben Mangiagli.



Quietos.


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Quedarnos, quietos, inmóviles,
sin besos,
sin abrazos,
que las palabras se queden sin verbos,
adjetivos,
mudas, contenidas, expectantes,

mientras vos y yo escuchamos
ese mecanismo tan humano
de sentir los corazones
y nuestra respiración,
queriéndonos,

como si fuera inevitable, consensuado,
espontáneo, instantáneo,
reciproco,

vaya, como si fuera un simple milagro.

Ruben Mangiagli.



241.


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He buscado el sosiego en todas partes, y sólo lo he encontrado sentado en un rincón apartado, con un libro en las manos.


El amor puede ser como el ajedrez.


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Hay gente que ama con movimientos rápidos, como los alfiles o las torres.
Otros quieren de forma extraña, como los caballos.
Y finalmente hay otros que son como peones, que no saben amar, sólo saben dar un paso corto, pero esos pueden llegar al final del tablero y conseguir encontrar otra forma de querer y un peón se convierta en rey y quede a merced de la reina.