Archive for 2017

Sobreentendido.


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Hoy extraño esa nada que había entre vos y yo,
sutil y callada,
sobreentendida,
con tantas ilusiones
que todo fue muy poco,
siempre un instante,
y ahora un sinónimo de nunca
que aún a pesar de todo
todavía puede suceder,
como las estaciones cruzadas,
las promesas que no fueron,
tal esos besos con gusto a distancias
que se durmieron en desvelos.
Hoy extraño ese todo que había entre vos y yo,

te sigo queriendo,
pero no te preocupes, todo pasa, pasa todo y
el amor no muere
solo cambia.

Ruben Mangiagli.


224.


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Con la tenue luz del día nublado en la lustrada madera de cerezo de las mesas. Moviendo el ánimo de un estado a otro con tan poco esfuerzo como lo es mover piezas en un tablero de ajedrez pero sabiendo que las partidas se juegan hasta el final.

10.


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Sigo buscando
un
poema de

diez
palabras

para poder enamorarte.

RM

Instante.


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Nunca ha habido más comienzo que el que hay ahora, 
ni más juventud 
ni vejez que la que hay ahora, 
y nunca habrá más perfección que la que hay ahora,
ni más cielo ni infierno
que el que hay ahora.


223,


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Hay momentos en los que un hombre tiene que luchar y hay momentos en los que debe aceptar que ha perdido su destino, que solo un iluso seguiría insistiendo. 
Pero lo cierto es que siempre he sido un iluso.


222.


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A menudo recorro la mitad de mis labios con los dedos para sentir las cicatrices de tus besos.




Recuerdos.


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Barquito de papel
recuerdo genuino y tangible de
mi niñez

que surcaba los mares
de charcos tan bravío y valiente
como cascara de nuez,

de banderas cielo
y nubes con velas de promesas
que olvidaban el ayer.

Con mis manos te
construía para que dures para
siempre

pero eso no nunca
pudo ser, porque el siempre se
quedaba lejos

como ese jamás
que solo se cumple cuando el
amor

de una mujer que
tiene nombre de Victoria se ha
ido para no volver

y de esa infancia
hoy solo queda mi mirada triste
que naufraga

en ese recuerdo
que se hunde en el fondo de un
mar de memorias

de un niño que
se hizo hombre tan pronto que
no aprendió a perder.

Ruben Mangiagli
©2017


Manos en silencio.


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Mi silencio
grita en mis manos,
y ellas callan cuando escribo
cómo si supieran
que todas las palabras que
comenzaron jamás
terminarán en vos,
igual que el amor del desamor
o el tiempo sin reloj,
perenne, ingrávido, 
manco de verbos,
saturado de recuerdos
que nunca fueron.

Ruben Mangiagli


Ningún lugar.


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Fugaz amor eterno
que se refugia
en la difusa memoria
del que recuerda,

como si perdonar
permìtíera olvidar
lo que nos empeñamos
en no dejar,

porque quedarse
vacío es el gran temor
de los que no pueden
dejar de amar

mientras la vida se va
y los relojes
van para atrás,
hacia nunca,

para jamás,
llevándonos siempre
tarde a cualquier lado y
a ningún lugar.

Ruben Mangiagli



Réquiem.


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Amor a solas siempre, y en silencio.
Amor a todas luces imposible y no obstante resuelto a respirar.
Amor por amar esperando todo, nada, más.
Ritual y réquiem
de un hombre que ha querido mucho
pero ya no recuerda como amar y
un olvido demasiado olvido
que no puede recordar.
Redundante.
Retrogrado.
Reiterativo,
Amor solo, de un adiós no dicho,
tan impúdico
que de él nadie se atreve ya a hablar,
porque el amor muerto no muere,
pero tampoco puede revivir,
ni descansar en paz.

Ruben Mangiagli.

Sombra partida.


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Tengo la terrible sensación de un ocaso,
cómo un preludio de sinfonías
mudas encubiertas en una
noche negra,

es sentir las manos gastadas
y que las letras no formen abecedario
alguno,

la carencia de una lengua,
la expresión que se escribe por la izquierda,

un romanticismo perdido de
los poetas
en libros sin nombres
ni paginas marcadas
con lecturas viejas,

Mientras, sin darme casi cuenta, camino las
calles y no
entiendo porque mi sombra
me sigue partida
justo en el medio de las costillas

por donde mi corazón
se perdío en una
ausencia que no sabe se extravío en los
parpados cerrados de tus
ojos que ya no me esperan.

Ruben Mangiagli
©2017


Hadas y duendes.


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Puede que las hadas existan,
aunque no la podamos ver,
y que tengan algo de vos,

quiza los duende malos existan,
y no los podamos evitar,
que sean como el tiempo
dejamos escapar.

Pueden ser tantas cosas que ya
no sé que pensar,
o solamente sea que no puedo
encontrar

ninguna manera de olvidar.

Ruben Mangiagli
©2017


Lluvia sin soledad.


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Afuera la lluvia comienza de nuevo,
como si fuera un ritual,
así que no debemos llorar,
el agua siempre llega al mar,

todavía podemos soñar, cerrar
los ojos y mirar
en las horas que olvidamos
en algún lugar.

Imagina un rincón, en casa, que
puedas recordar y sientéme,

una habitación, la que quieras,
con las ventanas cerradas,
las puertas aunque tenga
llaves se podrán abrir

fingiendo la felicidad que un
día dejamos escapar.

Las historias de amor se hacen
viejas, como nosotros,
y a los amantes que no se
tuvieron el tiempo

los envejece sin pensar en
lo que hubo y no será,

no se puede evitar,

pero podemos respirar, y en
el corazón recordar un
latido que no pudimos
olvidar,

deja que nos mezclemos en
las estaciones, para que
los calendarios no tengan
nombres,

abrázame como si tus manos
pudieran hablar,
que los silencios se callen y
no puedan gritar,

todo en ese instante se puede
perdonar, y con el viento
encontrarnos

y ya no estar solos nunca más.

Ruben Mangiagli.


221.


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Todos los verdaderos hombres tuvimos una Mrs Robinson en nuestras vidas

220.


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Siempre se llega tarde a la vida de la persona que amamos.

Ella me enseño dos cosas:


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Té:

Tres minutos y medio de infusión. Más, queda agrio, meno s, queda insípido. Todos los detalles tienen siempre su importancia, me dijo, nunca lo olvides si estás conmigo.


219.


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... porque en ese espacio que llamo mi alma, si la apuñalan sangraría su nombre y aún no sé porqué...

¿Cuánto tiempo puede llevar el darse cuenta que ese es el amor de tu vida?


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La vida misma, que en la inmensidad del tiempo y el universo, es apenas un latido. No hay manual, ni siquiera una señal, a veces es cuestión de suerte, otras de oportunidad. Otras es inevitable y basta una mirada, un silencio, una palabra, para saber que ese es lo que esperas,tu no destino, no importa cuántas excusas quieras poner, si termina junto a vos no, solo es y punto´

Conjuro.


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Perejil, salvia, romero y tomillo.
Un poco de sueños,
algo de suerte,
un deseo,
y si todo sale bien,
volver a empezar
de nuevo.

El amor.


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Respirar y no tener aire, gritar y no emitir sonido, sentir... sentir de nuevo más allá de la piel y darte cuenta que alguien ha tocado tu alma, que no es intangible, que existe al menos para una persona.

Así.


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Conocerla fue como emerger del mar y respirar, como nacer y hacerlo por primera vez, doloroso, desconocido, pero imprescindible.

Una poesía nunca escrita pero mil veces leída.

Inmenso mar.


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Porque nunca tu figura cruzaré
tallada en la proa de
un barco,

ni tampoco ninguno llevará tu
nombre con el sonido de mi

voz cuando te nombraba,

porque la luna no te extraña
como yo,

y los calendarios se quedaron
quietos,

inmóviles,
perpetuos,
fijos y detenidos,

como la ultima vez mi ojos te
miraron,

o quizá porque tu silencio se
hizo grito en mi,

voz,
susurro,
aliento,

hasta que solo fue el latido
de mi corazón,

y el mar que nos separa es
cada vez profundo

y la costa se aleja cada vez
más y más,

como el sol por las mañanas,
o las estrellas que dejan
de brillar,

porque te sigo queriendo y
sigo remando

en este océano de soledad,

y remo con todas mis fuerzas
contra esta mala
voluntad

que me deja quieto en el
mismo lugar,

justo en el medio de un te
espero para siempre

y un te espero para nunca
jamás.

Ruben Mangiagli
©2017









La ausencia de una sonrisa.


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Una de las cosas que siempre me costó es tener que renunciar a reírme en compañía de ella, después de casi una vida ( la mía ) había encontrado con quién hacerlo por todo o por nada y convertido en incondicional de su sonrisa.


Bajo nuestra propia oscuridad.


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Antes creía que cada persona escoge su forma de vivir, que controlábamos y gobernábamos nuestro futuro. Que elegíamos a quienes queremos , la profesión ejercemos y que somos responsables del curso de nuestras vidas. Pero existe una fuerza mayor , más poderosa que el libre albedrío, el inconsciente.
Bajo nuestra ropa tras puertas que permanecen cerradas todos tenemos deseos ocultos que nos impulsan , deseos que pueden ser primarios, oscuros, profundamente vergonzantes. Cuando más observas a alguien, más te das cuenta de que en realidad nunca somos quienes decimos ser. De hecho, escondido en los más recóndito, siempre hay algún secreto, que nos enseña podríamos ser otra persona diferente a quien nos habita interiormente.



218.


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Estoy convencido que nunca hay que dejar entrar a nadie en la vida de uno, ni un solo día, a menos que se esté dispuesto a que se quede para siempre.

217.


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El más intolerable dolor es que se convierta en pasado quien uno recuerda como futuro.



La historia de Flora y Gatomate 63.


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Espera.

Sabré aguardar como aguarda esa luna insistente.

RM

Desde las estrellas.


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Abrazarla desde las estrellas de la misma noche, con fuerza, con la confianza con que se abraza a alguien esperado de los viejos tiempos imperfectos pero menos tristes, en los que aún estábamos cuantos teníamos que estar.

La historia de Flora y Gatomate 62.


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Todavía los gatos.

Todavía los gatos se asoman, caminan por los tejados, se bañan de lunas, son dueños de un cuadrado de cielo, algunos escriben lo que los humanos jamás entenderán, esperan un amor, una vida más, que los calendarios marquen mentiras para poder crear sin que exista la realidad, su mundo sigue siendo la manzana con alguna calle que no conduce a ningun lugar, mientras sus libros tienen abecedarios sin indices para que los recuerdos no se puedan ordenar, por eso soy gato aún, es mejor que ser hombre y entender que lo que se fue no volverá.

RM

El instante de un sueño,


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La besé.
La besé.
Y estaba... 
en casa.
RM

¿Cómo?


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¿Cómo decirle ahora que solo su sonrisa me basta para volver a
recomponer los minúsculos añicos en los que se ha roto mi vida? 

¿Cómo explicarle a una mujer, que subastaría el resto de mis días al peor postor tan solo por saber lo que es dormir entre sus brazos?


Kamikazes.


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Perdimos el tiempo,
perdimos la vida y fuimos como kamikazes sin retorno
en su único vuelo,

hubiéramos podido tenerlo todo y
nos empeñamos en no tener nada,
fuimos ese viento divino
que nunca sopló,
como poniente y levante,
como la flor de un bonsai que no nace,
creímos que eramos eternos,
pero nunca hubo paraíso,
jamás tocamos el cielo.
y los besos se quedaron sin dueños,
sin nombres
y
ni un solo recuerdo.


Ruben Mangiagli

La necesidad de mis ojos.


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Necesito golpearme el pecho hoy,
con un soplo de viento o una viga de acero,

escuchar si en mi interior hay ecos
en este vacío continuo y persistente que siento,

aunque mi corazón esté roto y
no haya solución,

partir al medio la coraza de tu olvido y
sentir que sigo vivo,

aunque sea por un rato, por vos, por mi o por lo
que fuimos

para que tu sonrisa se desate
de la mueca de la mía,

y que mis manos ya no te escriban
ni toquen tu recuerdo,

para poder cerrar los ojos aunque ya no despierte
ni te sueñe cuando respiro.

Ruben Mangiagli
©2017


Flores.


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Doce flores en un balcón
y ninguna habla de amor,

tres con pétalos de dolor,

nueve sin un rayo de sol,

pero escondida en
un rincón

hay otra que espera algo,

puede que sea que

que el viento traiga otra
vez tu nombre,

como si supiera que mis
manos

ya no lo pueden escribir
en un poema de amor.

Ruben Mangiagli
©2017


216.


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Permanecer siempre fiel a un antiguo amor es a veces el secreto de toda una vida.

Si para de llover.


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No se debe molestar cuando el amor ha terminado por uno. Hay que conseguir que te olviden, hacerse muy pequeño para no precipitar la caída. Esperar a que el otro te olvide, que no recuerde lo que tiene que reprocharte. Esperar que vuelva a ti, una vez pasada la tormenta, si es que para de llover.

215.


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¿Fue la vida o fuimos nosotros, que no quisimos ser?
Qué importa… Lo cierto es que nuestro amor fue tan grande, que darlo todo por ella se quedó corto. Quizás por eso nunca le di nada. Contradictorio, ¿verdad?

La leyenda del hilo rojo.


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Siempre he pensado que hay una serie de personas con las que vamos encontrándonos vida tras vida. Y si miramos atentamente, sabremos reconocerlas. Son esas con las que nos sentimos extrañamente cómodos, con las que podemos ser nosotros mismos en todo nuestro esplendor, a pesar de lo que esto puede significar. Son esas personas a las que no querríamos perder por nada del mundo y con las que, a pesar de que la vida nos lleve por diferentes caminos, siempre nos une un hilo imperceptible e inquebrantable. La leyenda del hilo rojo.
Espero volver a encontrarte en otra vida Victoria.


Té.


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Ella me enseño dos cosas:
Té:
Tres minutos y medio de infusión. Más, queda agrio, menos, queda insípido. Todos los detalles tienen siempre su importancia, me dijo, nunca lo olvides si estás conmigo.

Por ahí, vos.


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Escribo por si uno de los cientos de fantasmas del pasado que vagan ahí, alrededor de mi vida, que son  como espectros extraviados, esperando teclear la combinación exacta de letras y en una poesía resucite uno por un instante, esperando que seas vos.

Sin un adiós.


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Y así, sin darme casi cuenta cuando subí a ese avión hace tantos años, las veredas y los tilos, los recuerdos, los amigos, la lluvia, la humedad y la vida que había sido mía se contrajo, Buenos Aires desapareció dentro de mí mismo en busca de un refugio y yo le dejé mi última sombra, la ciudad siguió igual y nadie vio lo que había ocurrido.


Humo y café, aire.


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Puede que el café y la melancolía , el humo del cigarro, este calor sofocante que parece ser eterno, pero hay algo más, subyacente, que limita entre lo asfixiante del aire y lo cansado de mi corazón, aunque no es exactamente eso. Tardé un buen rato en comprender de dónde provenía este olor: es el pasado. Pensamientos e ilusiones, esperanzas y heridas, una mezcla que fermenta lentamente en el aire viciado, incapaz de disiparse por completo.
Hoy me duele tu recuerdo, pero no sé exactamente que parte de él es.



Decirlo.


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Quiero decirte algo que quiero,
que te quiero,
y no está mal decirlo,

por cierto,

algunas cosas no cambian por
más los calendarios
sigan avanzando.

Te quiero, y no se me caen las
medias ni los pantalones
al decirlo,

no soy menos hombre, tampoco
más,

solo un tipo sincero, que no se
guarda un sentimiento,

por mucho aun me quieras
por si no me quieras nada,

te quiero, y no hay nada, ni nadie
pueda cambiar eso.

¿ cuanto ?
No lo sé.

¿ hasta cuando ?
Tampoco.

Te quiero hoy, aunque duela o no,
con una sonrisa, sin rencor

como quiere el sol a la luna,
el mar a la arena,
la luz a las tinieblas,

te quiero como solo sé quererte yo,

con todo lo que tengo y

con toda mi alma inundada de tantas
esperas que no saben
del tiempo,

y que solo viven por amor.

Ruben Mangiagli
©2017


Calle vacía.


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Todo lo que he amado un día se fue,
mi padre que tanto sufrió,

mi madre sin podernos decir adiós,

mis hijos a su nuevo hogar,

mi infancia y mi juventud,

Los Beatles ya no cruzarán por Abbey Road,
tampoco yo,

mis recuerdos que nadie recordará y
esta continua soledad,

que es lo que me queda entre palabras de más
en una canción vieja

que escucho mientras escribo cuando
quiero recordar.

Todo lo que amaba se ha ido y no sé
en que cajón buscar

algo que no pueda olvidar y seguir
aunque sea por curiosidad,

a ver si te vuelvo a cruzar por algún
lugar,

todo se ha ido, incluso vos hoy tampoco estás.

Ruben Mangiagli
©2017

214.


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Y sí , aun le habló a ella. En un poema tras otro. Sobre lo conocido y lo que ignoro, la verdad y el sufrimiento, el amor y el deseo.


Flores.


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Doce flores en un balcón
y ninguna habla de amor,

tres con pétalos de dolor,

nueve sin un rayo de sol,

pero escondida en
un rincón

hay otra que espera algo,

puede que sea que

que el viento traiga otra
vez tu nombre,

como si supiera que mis
manos

ya no lo pueden escribir
en un poema de amor.

Ruben Mangiagli
©2017







Y tu ausencia.


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Este silencio que no se va,
como si la perpetuidad se tenga que ejecutar
implacable, así como la
misma soledad,
sin motivos ni piedad.

De nuevo, es como si las palabras estuvieran
atrapadas,
enterradas bajo antiguos temores
y vidas pasadas, como
huesos de un antiguo
funeral,

sin tierra, ni ceremonias
que alguien necesite recortar, solo se hace
respiración,
que aprieta mis costillas, que
disuelve mi corazón,

y tu ausencia

que es la sombra de lo que un día fui yo, como
un viejo poema que fue escrito
vacío de palabras,
lleno de dolor.

Ruben Mangiagli
©2017


Lo relativo del tiempo.


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¿Quieres entender qué es un año de vida? 
Pregúntaselo a un estudiante que acaba de suspender el examen de fin de curso. 
¿Un mes de vida? 
Díselo a una mujer que acaba de traer al mundo un niño prematuro y espera que salga de la incubadora para estrecharlo entre sus brazos sano y salvo.
¿Una semana?
Que te lo cuente un hombre que trabaja en una fábrica o en una mina para mantener a su familia.
¿Un día?
Pregúntale a una persona claustrofóbica encerrada en un ascensor averiado.
¿ Una hora?
Pregúntale a una madre en un atasco que no llega a buscar a su hijo al colegio.
¿ Un minuto ?
Pregúntale a una persona enamorada que espera una respuesta de a quien quiere.
¿Un segundo?
Mira la expresión de un hombre que acaba de salvarse de una accidente de coche.
¿una milésima de segundo?
Pregúntale a un atleta que acaba de ganar medalla de plata en los Juegos Olímpicos, en vez de medalla de oro para la que lleva toda la vida entrenándose.

¿ Y un siglo?
Pregúntamelo a mí, simple, el tiempo mío que gastaría en volver a encontrarla

La vida es mágica y la importancia relativa del tiempo también.
Creo en ello.




A mi hijo.


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Feliz cumpleaños Marcos,
aunque yo no sea el padre perfecto
y vos sí el hijo que siempre
quise tener,
aunque opinemos diferente
y que las visiones no sean iguales,
es tu tiempo, tu época,
tu vida por delante y el ocaso de la
mía,
y así debe ser,

Sangre de mi sangre, alma de mi alma,
fe de mi no fe,
de a hombre a hombre
sos mi orgullo, mi mejor legado,
el último de una estirpe,
el primero que siempre llegará,

te quiero y un mucho más,

que los cumplas muy feliz hijo,
y que la honestidad y la sabiduría
sigan siempre a tu lado,
vayas donde vayas o te quedes
para siempre en el mismo lugar.


Ruben Mangiagli