Acacias.


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Qué será de la acacia
que creció junto a
los sueños que al final no son,

de los jazmines, su aroma y su color
que se quedarán sin nombres
y sin sol

cuando el candado de los sentimientos
sea tan fuerte que
ya no lo podamos abrir

Tendremos que desenterrar sus raíces
con las manos desnudas
mientras las lagrimas

pausadamente mojen la tierra de un
amor sucio de dolor
en un camino que nunca recorrimos
los dos,

separados,

por mil pasos de distancias, a mil
latidos que se quedaron
enarbolando una bandera

blanca de rendiciones de esperas que
no pelearon nada,

como si pudiéramos morir en la paz
de la razón,
de los motivos,
de una justificación

de un te quiero, pero no.

Ruben Mangiagli.



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