171.


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Que se paren los relojes, que se que corte el teléfono,
que se callen los pianos.
Que las nubes escriban en el cielo por fin para que
yo lo pueda entender:
Ella ya no está, se ha ido.
Era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste,
toda mi semana y mi día de descanso,
mi mediodía, mi medianoche, mis palabras, mi oración.
Pensé, y estaba equivocado, que nuestro amor duraría siempre.
Ya no quiero las estrellas. Que las apaguen.
Que empaquen la luna y desmantelen el sol.
Que sequen el océano y barran los bosques
porque ya nada de lo que venga habrá de ser mejor.


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