Anónimos.


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Nos hicimos el amor
entre medio de cada tristeza,
la de ella compleja,
la mía certera.

Naufragos en medio de la tierra,
como ciegos
con caricias a tientas,

sabiendo de memoria
que la necesidad entiende
de miserias,

nos llenamos de besos
que debíamos y otros
tantos que sabíamos ya
nunca a quienes
esperamos nos darían.

No nos dijimos los nombres,
no valía la pena
escucharlos de otros
labios

para no engañarnos mientras
las copas con vino
se vaciaban y se llenaban
de nuevo

de una soledad compartida

cuando ya casi amanecía por
las calles
de una Barcelona que
seguía dormida.

Ruben Mangiagli.


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