Fui yo.


.


Yo la maté,
fue una mañana de lunes,
poco después del amanecer,

solo le disparé
cinco balas de un calibre 38
y una me la guardé

y no me pregunten porqué,
no lo sé.

Apunté bien,
le di a sus libros, a sus discos
y a su recuerdo

de un recuerdo
por la que había sido una vez,

ella no estaba muerta,
no estaba viva,
no estaba en ningún lugar.

Los pájaros
volaron espantados y casi
simultaneamente comenzó a
llover,

El cementerio
del Pilar se quedó tan vacío
que ni el silencio
podia albergar,

el guardia,
el uníco testigo que había
en el lugar

corrió hacia
mí, y al reconocerme en mis
ojos nublados
también comenzó a llorar.

Le dije
parado frente a la tumba
vacía de cuerpo
y llena de dolor,

“ Fui yo”

la tenía que matar
para que mis padres
que murieron buscándola

estén donde estén
ellos la puedan encontrar

y que los tres al fin puedan
descansar

rodeados de los que tampoco
volvieron y nadie sabe
donde están.

Ruben Mangiagli

( Alejandra “desapareció” una tarde de marzo de 1977 en manos de la dictadura militar argentina, estaba en primer año de Filosofía
y Letras, nunca más se supo de ella )


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