Juicio.


.


Y me quedé solo en mi último día,
con todos los alegatos en contra
y ni una defensa,
cada mujer me quiso expresó sus
dolencias y tuve mi sentencia,
inmerecida por cierto,
porque eligieron quererme
y yo no tanto a ellas.

Pero justo en el instante previo
un grito rompió el silencio:

! yo me lo quedo,
lo defiendo,
todavía lo quiero!

más ya era tarde, mi hora había
llegado,
pero antes de cerrar mis ojos
pude ver los suyos,

era ella, la que siempre había esperado.

Ruben Mangiagli



Your Reply