Crucificado.


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Si quieren pueden intentarlo,
pueden tratar de clavarme en una cruz

pero tienen que saber que
que los estigmas de las palmas de mis

manos ya están gastados

y los clavos que quieran perforen mis
pies no podrán

nunca más parar mis pasos.

Dicen soy un libertino,
un pervertido
tan contradictorio como un Rey se
declara republicano,

otras
un bohemio muy deseado.

Algunas, muchas opinan que soy un
malparido pasado de años,
que no sabe querer,
un egoísta de primer grado.

Otras, un santo que debo ser
canonizado
por cómo he amado dando todo sin
pedir nada a cambio,

pero

todos deben saber que ni en los peores
momentos dejé un amigo
abandonado.

Si quieren sí,
pueden intentar crucificarme, pero
por más lo hagan

no cambiaré en nada,

me sobra libertad para esta vida y los
próximos cien años,

Ruben Mangiagli



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