La memoria de los besos.


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Besos que fueron dados
bien y exactos,
que no se perdieron,

que se alimentaron
de suspiros, latidos
y siguen vivos en

los sabores aprendidos
que todavía perciben
los labios

como abrazos de bocas
que olvidaron
las palabras

porque no necesitan la
identidad del idioma
hablado.

Memorias de un instante,
que parecen
recuerdos de ahora,
o de un siglo atrás al
que le sobraron años.

Los besos bien dados
sobreviven
al dolor,
el olvido,
y al desamor del amor
negado,

y puedes ponerlo en tu
mano,
soplarlos al viento
para enviarlos a alguien.

ellos sabrán llegar a su
destino,
aunque nunca te dirán
cuando.

Ruben Mangiagli



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