Mientras ella está en el supermercado chino.


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Escribo lo que me dicta mi verdadero yo, mientras miro su foto con un gato.
Trato de alcanzarme en esta lucha entre mí mismo y mi poesía, que refleja también mi vida.
Porque no importa ser buen o mal poeta,
escribir buenos malos versos,
sino transformarse en poeta, superar la avería de lo cotidiano,
enfrentarse contra el universo que se deshace,
no aceptar los valores, ni todo es malo ni todo es lo bueno,
porque sus ojos por un día valen una poesía
si se viste de flores en su blusa y un gato ronronea
en sus brazos
y mis letras la rodean para sentirla un poco más cerca.


Ruben Mangiagli

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