165.


.

La distancia y sus nostalgias no ayudan a aliviar esa sensación de vacío que me invade por dentro y que en ocasiones me consume poco a poco. 12000 kilómetros hoy en día ya no son lo que eran, pero por muchos Whatssaps, Facebooks o Skypes que se inventen, me temo que aún les queda mucho para asemejarse a la sensación de estar sentado en la terraza de un bar con la familia o con amigos de toda la vida, o un amor que no esperó.
El precio de la distancia es el olvido de algunos, pero los de verdad no se olvidan ni te olvidan. Los que siempre estuvieron, están y sin duda estarán. Para ellos no hay distancia, trayecto ni muro que los aleje. Son los que siempre están, en las buenas y en las malas.

Cuando uno se marcha de casa a un lugar que no conoce, ese distanciamiento hace que las nostalgias empiecen a aflorar y a formar parte de tu día a día. Con el tiempo vas aprendiendo a entenderlas y a quererlas. ¿Cómo no lo ibas a hacer si son las que te recuerdan a quién quieres y qué es lo importante para ti?
Aunque hoy quisiera estar cerca, junto a mis nostalgias seguiré con la actitud de nunca rendirme, de seguir, continuar hasta volver donde quiero estar.

Your Reply