Hay que volver a jugar. Jugarse.


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Tenemos que jugar, jugarnos.Salir ahí afuera y olvidarnos de prejuicios, de vergüenzas, del que dirán. A preguntar cuando todos callan, sonreír si no vienen bien dadas. A elegir. Si, a elegir y a tomar decisiones.
A decidirte por aquello que quieres en vez de por aquello que dicen que te conviene.
Estamos para jugar y jugarnos. Para salir de la zona de confort y no conformarte.
A caerte delante de la gente, delante de mucha gente, levantarte tranquilamente, tranquilamente colorado esbozar una sonrisa y tan sólo decir…no es la primera caigo..
Sin agrandes, sin arrogancia, pero desvergonzado. Jugar para ganar. Jugar a ser tu mismo. Jugar tu papel, con tu guión, a tu manera. Pelear hasta que suene la campana. Hasta llegar al final. Hasta que tengas más historias que contar que sueños anhelar.
No soy un iluminado, más bien diría que es al contrario, te diría que estas letras las forjaron la tristeza y el fracaso. El problema es tuyo si quieres juzgar, en vez de jugar, jugarte.
Olvídate de caminos marcados, de ir a los sitios por cumplir, de decir siempre que si. Olvídate de los que van de víctima, de los presumidos, de los que andan a menudo cansados y de aquellos que siempre tienen un problema que añadir.
Recuerda quién eres, de dónde vienes. Recuerda que las mejores historias son aquellas que te suceden tras una gran pérdida, una desilusión, un fracaso o un desamor y que nadie puede ni tiene derecho a criticarte por volver a intentar.
Y recuerda no dejar nada a medias. Sal y juega. Jugate.

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