Encogidos.


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MI reloj marcaba las siete y media y las agujas y yo nos encogimos al pensar en el tiempo que habíamos perdidos. Me levanté y eché a correr a medio galope en dirección a mi negocio, asombrado de haber recuperado mis fuerzas por haber estado escribiendo hasta tarde, pero maldiciéndose por las horas que había desperdiciado en ello. A veces no tengo consuelo. Haga lo que haga ahora, me parece que siempre llegaré demasiado tarde a todas partes. Podré correr cien años y seguiré llegando justo cuando las puertas se cierran, como tu corazón y tus manos para abrazarme.

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