Porteño.


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Soy milonga, un barrilete,
una plaza de San Telmo y una esquina de Corrientes,


dueño de una farola
donde tantos besos robé que no escribieron historias.

Las sombras de los tilos
conocen mi figura y me recuerdan en las noches en

que la luna me extrañaba y
mis pasos amanecieron en una Costanera estrellada.

Tengo la sangre marrón
de mi rio que guarda mi dolor y mis viejas añoranzas,

y aunque juego de local en
todas partes, me pesa ponerme la camiseta visitante.

Cortazar y Borges
me dieron sus versos para ganarme a cualquier mujer

con pocas palabras
y que mis manos toquen cuerpos que otros deseaban.

Me siento como una
canción de Calamaro y parte de un gol de Maradona,

porteño bien porteño
un argentino que como un buen tango, tiene todo pero

se parte al medio en
los besos que quedaron en el cuerpo de una morocha,

mientras suena el
de día que me quieras de Gardel en una vieja vitrola.




Ruben Mangiagli.
© 2012



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