Silencio penitente.


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Naufragio anunciado de palabras en todos los términos,
intenciones comprometidas con los recuerdos
que en las dimensiones posibles negaban tu presencia,
pero no eras ausencia.

Fracaso en los días de almanaques que prometían hacer
milagros, ordenando las estaciones de manera extraña,
donde el otoño fue primavera, y un invierno de fuego,
que fue solo hielo.

Intento de ignorar argumentos dichos, arrepentimientos
tardíos, que fueron penitencias de silencios,
pasos perdidos sin norte, brújulas averiadas y en el cielo
todas las estrellas erráticas.

Mil brazos que no acariciaban, que solo eran ramas de
arboles desconocidos, no clasificados, manos sin dedos,
sin lapices que permitan ante la carencia de palabras
dibujar de nuevo tu cara.

No soy capitán, ni navegante, así que hoy no entiendo el
porque deseaba alejarme de tu puerto, perder el horizonte
de tus labios, nadar en otros sentimientos, desconocerte,
quitándote los privilegios.

Terminando caminando en mi propio desierto, sin soles
ni cielos, desierto vació de tu ausencia, que debo saber
no fue anunciada, ni premeditada, con todas mis culpas,
con todas tus fallas.

Ignorancia de como contarte todo esto, sin que tú cuentes
nada, porque no quiero saber tu presente ni los días que
no te tuve, y sé que no estoy confundido, porque te estoy
diciendo de nuevo lo mismo,

...esperando entiendas te espero, y que no espero nada.

Ruben Mangiagli

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