Propuesta.


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Mezclemos el aliento
en un beso que no sabe de reencuentros,
que el sudor sea agua
bendita emanada de juntar los cuerpos,
hacer que nuestras
manos tenga infinitos dedos cuando nos
recorremos.

Que los pasos que nos
acercaron sean el comienzo de nuestras
piernas que se enredan
y que ya no reconozcan a sus dueños en
figuras que no tengan
arriba ni abajo, logremos que la piel al
fin levite sobre los huesos.

Hacer de cuenta que
nunca nos tocamos , simulando que no
nos conocemos, hacer
que el olvido sea ahora un recuerdo, sin
memorias de palabras,
inventemos un idioma donde todas sean
sinónimos un te quiero.




Ruben Mangiagli

© 2012



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