Cuando llegaste.


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Las esquinas se quedaron quietas
y las farolas que aun no
hablaban de amor
se encendieron como guirnaldas
de primavera en
mi invierno de soledades,

cada calle cambió su nombre
por el tuyo
en mi memoria ciega.

Era como caminar entre mensajes
de buena nueva,
aceras de girasoles que miraban a
la luna como si fuera
la mitad de alguna espera.

La noche se lleno de estrellas que
no sabían de su existencia,
y en la oscuridad brillaste entre
mis tinieblas,

y todo lo que era cierto en cada y
en nada de las partes
de mi vida dejó de buscar
respuestas,

habías llegado y tan solo tuve que
abrirte mi puerta.




Ruben Mangiagli

© 2013




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