Herida.


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No sabia estaba herido
no lo había notado,
no sangraba,
no dolía, pero
todo estaba cambiando,
los días ya no pasaban
rápido, el mar
era de un color opaco

y algunas noches me
lo pasaba en vela
suspirando,
el licor siempre era
amargo, un remedio
que
se bebía a tragos
pero pasadas las horas
despertaba en
un espeso letargo.

Todo sucedió como
debía ser, al
fin de cuentas eramos
bien educados.

Fui perdiendo la
memoria
de sus ojos primero,
después las
caricias de sus manos,
su voz de golpe era
igual
a todas, por eso me
parecía la escuchaba
en todos lados,

las estrellas no
formaron nombres y
me llovía en
medio de
días soleados,
pero el olvido es
fuerte,
también solidario,
solo a veces me pasa,

que mi herida se
refleja en mis dedos,
se me escapan los
versos
y se mezclan con esta
nostalgia
que me deja
desfigurado,

sigo, respiro, camino y
hablo, pero no
entiendo sobrevivir
al amor
que murió una tarde de
otoño,
sin anuncios
ni auxilios,
sin duelos ni reclamos.



Ruben Mangiagli.

© 2014


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