Los espejos de la soledad.


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Yo te enseñé mi soledad, sin prejuicios,
verdadera, concreta, austera.

y entonces dejó de ser mía y fue nuestra.

Compartimos los rincones impropios,
los de mi verdad a medias,
esos que mezclaban la paz con la
insolencia,

los que tenían ese tanto de inmoralidad
que carecía de reglas.

Pero te fuiste y volvió a ser parte de mi
esencia,

y aun estás y eso es imposible,

superas mis vivencias, los recuerdos, la
memoria muerta,

y no puedo estar solo, perduras como
si el tiempo fuera una
mentira cierta,

ya no tengo soledad, ni de la mala ni de
la buena,

pero aun es tanto mi vacío lleno de
tu ausencia

que en todos mis contrasentidos eres lo
único que marca presencia,

y no sabes lo perdido que estoy sin ese
espacio,

con tus pasos se marchó todo,
y solo queda lo que me
rodea de mi mismo

en miles de espejos ciegos que no sé si
rotos significan una espera,

estoy tan solo que ni soledad me queda.



Ruben Mangiagli

© 2014




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