El suicida.


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Creo ya marqué el día de mi muerte, un privilegio

que me tomo, no elegí el día que empecé a vivir,

al menos merezco optar en el cual morir.



Me falta aprontar algunas cosas, el como y los

por qué, pensar si se será otro acto de cobardía,

o que al final la valentía afloró en mi piel.



Estoy cansado de mi mismo, de pelear y pelear

contra mi propio ser, asumiendo siempre soy el

lucifer de todos los cielos sin Fe.



Si una bala lleva mi nombre desde el día que he

nacido, es momento de cargarla y que al fin y

de una vez cumpla su cometido.



Podría caer desde un tejado, sentir que volé por

primera vez, como en los sueños de juventud y

que mi muerta responda los por que.



Tirarme debajo de un tren, y por fin el cuerpo

destrozado encaje con mi alma partida en cada

rincón, en cada espacio, en cada pedazo.



Lo único cierto que tengo en esta puta vida es

que puedo elegir el día y que ya lo marqué en

el calendario de papel.



Así que pueden preparar los duelos, los llantos

y los vestidos negros, poniendose las caretas de

piedra y simular a alguien le importé.


Ruben Mangiagli.


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