Laberinto.


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He muerto en el filo de tus labios
siguiendo los pasos de tus pies descalzos,

en horizontes que parecían cercanos
me he perdido en infinidad de puertas y

ventanas que no llevaban a ningún
lado como un laberinto sin giros ni angulos.

Ni siquiera puedo reclamar
porque nada me haz dado, quedé parado

a la vera de las estrellas
donde encontré la que un día te había sin

saberlo regalado, en un
cielo oscuro que no refleja nada de nada

ni las miradas de los
gatos en un tejado desolado y abandonado

donde mis ojos se pierden
en los sueños que jamas realizamos y no

es que te extraño,
ni que te siento y ni que mis manos

añoran tu tacto,
es solo el vació de recordar y recordar lo

que nunca ha sucedido, ni jamas ha pasado.


Ruben Mangiagli

© 2013




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