La historia de Flora y Gatomate. XLI


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Ludopatía

Hay días en los que Flora quiere jugar; sin reglas, sin imposiciones, por el solo placer de disfrutar.
Gato la mira observando cada gesto como un sutil espectador, al que no se le escapa nada de lo que su gata despliega alrededor.
Lo invita a participar del juego aunque el finja distraído no prestar atención fumando en silencio su pipa de anillos de humo multicolor.
Se acerca y ella sonríe como solo una gata lo sabe hacer, con las pupilas, con las orejas, con un contoneo que a Gato le eriza la piel; Acá no hay instrucciones ni normas que obedecer pero sabe que aunque lo diga él nunca le va a creer; si me dejas te gano, si te dejas, perdés, tan solo dos gatos enamorados que jamás se dejaran de querer.

V.D.




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