Identidad.


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Llevo tantas vidas en mi que no recuerdo ya el día que nací. Puedo decir si, la época, cuando todo esto comenzó en mí.
Fue el arraigo a un nombre que me lo hizo recordar, fueron siglos atrás en el medio de la historia Victoriana, pero quien sabe de tiempo entiende que un minuto es un siglo si extrañas y un beso un momento, y las miradas décadas si el amor que te atraviesa es cierto. Los relojes no sirven en la eternidad, y así me siento, pero no quiero aburrirlos con detalles de más.
No hace mucho, fue por Febrero, que un día me empezaron a sobrar las noches a pesar yo las vivía felizmente, morí en medio de una y me desdibuje en poemas y lo que siguió fue otra vida pero de añoranzas teñidas de tristezas.
Pude prevenir todo en mis anteriores existencias, pero está vez no vi venir la maldad de la mentira, esa que una persona promete por una venganza que siempre viene por dejar de querer, y no supe que hacer, porque amigos, la mentira siempre es mas fuerte que la verdad, destruye todo, confunde y no deja pensar.
Algunos pueden verme, los que me conocen a pesar de mis tantas identidades, ven mi alma y el disfraz que se quedo pegado en mi piel y tan fuera de época que a pesar muestre quien soy, ya no puede salvar a nadie porque si no me salvan los labios de ella no me importa que toda la ciudad muera y queden para mi las farolas con las luces que de a poco se queman para que la oscuridad tenga la misericordia de borrarme de los escritos, primero las firmas, luego las estrofas y finalmente la esencia de los contenidos, para que nadie me encuentre perdido entre gatos que gastaron sus siete vidas y murciélagos que dejaron de ser ciegos para mirarse en los espejos de los que están vivos pero parecen muertos.


Ruben Mangiagli
©2014


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