Cerca.


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Que cerca estoy de ti cuando me dices te quiero,
mi cuerpo huérfano te reconoce entre los latidos
de mi corazón que estaba muerto, inerte carne 

 que latía entre mis costillas partidas que servían
de coraza maltrecha a desamores de otra vida.

Es como caminar entre farolas encendidas en la
calle un mediodía, que brillan sin que nadie las
vea, pero aun siguen prendidas, para anunciar a
quien quiera verlas que por fin eres miá.

Ahora si puedo cambiar el gris de los arcos iris,
que era tan inútil como mi sol de medianoche,
donde mis palabras que tanto buscaban los
destinos, esperaban el día que tu camino al fin
se cruzara con el mio lleno de barro y hastíos.

Mis manos que te tocan aprenden tu cuerpo y
mis sentidos llenos de alertas te esperan en la
noche para hacerte miá, y perderme en tu piel
que me puede y compromete,

me entrego rendido, sabedor que ya no tengo
que buscar lo que creía perdido, ser de nuevo
el hombre que ama una mujer sin esperar que
la vida le de revanchas, descansan en tus ojos
azules mi carne y mi alma.


Ruben Mangiagli



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