Anátomia ( tuya)


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Pude ver tus ojos, que llevan tu historia viva,

donde están tus dolores, esos que te dominan,

aun en las lagrimas que brillan aunque sean de

risa, ojos del color de tabaco, ojos color de rió,

de tierra mojada, que da vida en cada remanso.


Pude tocar tus manos, esas que llevan todos

tus escritos, que crean el mar de palabras en

la quietud de cada letra, hacedoras de arte en

todas su formas, que acariciaron mi cuerpo y

que con su tacto marcaron mi piel con fuego.



En tu rostro, donde tus ojos mandan, está tu

boca que gobierna los besos, esos que me

diste, en perfecto preteritos, surcada por

tus labios que humedecieron mi cuerpo, que

me llevaron a los viajes, sin peajes, directos.


Espalda perfecta, antesala de esa parte que

es la mitad de tu anatomía, donde termina tu

columna, donde después comienzan tus piernas,

si, ya sabes de que parte hablo, esa que cuando

caminas todos miran, y los obreros silban.

(Soberbio)


Piel de aceite de oliva, en veranos color del

sol y en inviernos la nieve imita, que en tu

escote alcanza su nobleza, donde cubre la

superficie de tus pechos, en simetría perfecta,

que mis manos aprendieron, y que recuerdan.


 Eres la Venus de mi tierra, diosa que desvela

mis sueños, marcas los ritmos de los cambios

de mi cuerpo, que domina mi sexo, que solo en

ti se reconoce pleno, eres la belleza femenina,

diabólica sacerdotisa, dueña de mis deseos.



Ruben Mangiagli

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